Como muchos, acabo de
conocer a¨El Rubius¨, lo veo y leo por todas partes. El muchacho se marcha a
residir a Andorra, le gustará el frio -pensé-, pero no, creo que le gusta más
la pasta, y no la italiana…
Ha comenzado un debate, en televisión, prensa, redes sociales, sobre la conducta del chico, desde el punto de vista cívico, tributario, bueno, desde todos los puntos de vista, ya que tantas horas dedicadas al joven youtuber dan para mucho análisis. Ahora, con el repentino aumento de su popularidad, ya es más conocido que la charito, es fácil que incrementen sus ingresos por publicidad u otros, y quizás, hasta le compense quedarse en España, a pesar de pagar más impuestos. O, ¿cabría la posibilidad de que se tratase de una estrategia de marketing para incrementar su caché? cualquiera sabe. Lo cierto es que he leído artículos de inspectores de hacienda, de admirados -por mí- asesores fiscales, profesores y entendidos, defendiendo o criticando la decisión tomada por el mozo, su padre o su asesor, vaya usted a saber.
Nunca he sido un
lumbreras, pero mi opinión es que estamos errando el tiro. El verdadero debate
no está en pagar más o menos impuestos, el meollo de la cuestión lo deberíamos
fijar en la aplicación de los impuestos, en qué se invierten las cantidades
recaudadas, a qué se destina el importe obtenido por las diferentes figuras
tributarias. Nuestros políticos deben gestionar los ingresos y gastos públicos,
así como priorizar lo verdaderamente importante, entre las diversas inversiones
disponibles.
No justificaré
las decisiones de no pagar impuestos por la mala gestión del gasto público, ni
defenderé a los insolidarios. Pero en la gestión de nuestros Ayuntamientos
todavía existen los despilfarros y las inversiones en obras innecesarias, y
descartaré los saqueos, las comisiones y demás prebendas de tiempos pasados. El
problema no reside solo en los Ayuntamientos, cuan mayor es el presupuesto
público, mayor puede llegar a ser la barbaridad… Qué me dicen de algunas
inversiones de la diputación provincial o la Comunidad Autónoma, ¡vaya tela!
Entre otras, ¿recuerdan las inversiones de las embajadas de las CCAA por el
mundo? ¡Y el Gobierno! Leía hace un par de meses, que despilfarró 9.000
millones en el año 2018, según el Tribunal de Cuentas.
A cualquier ciudadano
le puede gustar más o menos pagar impuestos, pero mientras que el contribuyente
observe que sus aportaciones al bien común se invierten en finalidades
provechosas, es fácil que pagar impuestos no sea tan doloroso. Otro debate será
qué entiende cada uno por provechosas, pero creo que muy pocas personas
considerarán como despilfarro invertir en educación, sanidad, justicia, medio
ambiente, pensiones. Y sobre la prioridad, puede elegirla según sus
ideales; cada cuatro años podemos manifestarla en las elecciones, según el
programa propuesto por cada partido político. Cada ciudadano, en su medida,
puede controlar y sancionar la gestión del gasto público, con rigor en su voto,
y sabiduría y honradez en su actitud diaria, ¿han pedido en alguna ocasión
trabajos sin IVA? Por favor, responsabilidad social. Y ahora pregúntense si
están conformes con mantener la cantidad de políticos y sus asesores, abonar
sus elevados sueldos y dietas, y en pagar algunos “caprichos” sin
sentido.
¡Ah! Sobre “El Rubius”, que haga lo que le dé la gana, que
por ello, él y no yo, asumirá las responsabilidades de sus decisiones y, si
llegara el caso, su conciencia lo juzgará.